sábado, abril 15, 2006

De la partida, un ritual

Nacer y morir son momentos centrales en la vida, tuya y mía, y en la vida de todo ser humano. Pensamos, usualmente, con una sonrisa en el nacimiento pero en la muerte, al menos, en la personal, poco solemos pensar antes de los cincuenta años. Quizás, porque nos gusta vivir como si fuéramos eternos... Jugamos el juego del "como si" (¿Recuerdas el "Homo Ludens" de Huizinga?)... Sin embargo, el alma la tiene muy presente y se refiere a ella, a pesar de la mente racional, aún estando muy lejos de los cincuenta, como me sucedió, hace como quince años cuando escribí "Preparando el viaje" que habla, de una manera ligera, diría risueña, de los arreglos necesarios para terminar el paseo terrestre con un toque femenino de ensueño. ¿Y no debería ser la muerte menos pesada? Al menos la de quienes cumplimos nuestra misión en la tierra... Claro que según un relato oriental la forma de saber si uno ya cumplió su misión por estos lados se resuelve respondiendo: "¿Estás vivo?... Si la respuesta es afirmativa, aún habrá que seguir caminando...




Preparando el viaje



Ya las sombras
en su quietud de muerte

me anuncian una travesía por mundos lejanos

Presurosa me visto con el protocolo exigido

Me pongo túnica y sandalias blancas

y digo:
nada ha sido en vano
quizá
aprendí
a reírme de la dicha vana




Ya las voces misteriosas
se mueven entre las ramas

y hablan
de la fragilidad con que se quiebra la existencia humana

Me pongo
ungüentos de luna y abalorios de mares

y digo:
nada ha sido en vano
quizá
aprendí
a reírme de odios y amores



Ya las mariposas duermen
en el jardín de cipreses

y hablan
de luciérnagas transparentes
que nacen en el interior del Etna

acaso quieran evocar al temerario Empédocles
que quiso morir entre llamas

Me pongo
una mantilla de seda
cogida por un escarabajo de ámbar

y digo:
nada ha sido en vano
quizá
aprendí
a reírme de mi misma



Ya las almas solitarias
se bañan desnudas en el manantial de luna
y hablan
del magnetismo que tienen los desiertos blancos
y las montañas yermas
que parecen llorar su aridez de santas
en un cantar de guirnaldas negras

Armo
un ramo de azucenas blancas
para llevar en las manos

y digo:
nada ha sido en vano
quizá
incluso aprendí
a reírme de la muerte...




DESPUÉS del poema, cae el telón del silencio...

2 Comments:

Blogger Estación Daniel said...

Qué Bonito lo que escribes (casi tanto como el hecho de que lo estés haciendo)...

Me gusta mucho lo que expresas, es muy positivo, muy vital, muy del alma; casi una forma de vida que he visto comienzas a adoptar...

Me alegra, y me gusta... mientras lo sigas haciendo puedes tener la seguridad de que habrá al menos una familia de lectores silenciosos que te seguirán letra por letra...

En cuanto al poema específico de esta entrada, bonito, complejo... ya sabré leerlo nuevamente cuando sea el momento indicado...

Nada te dejo para que no te distraigas con mis palabras y más bien te concentres en las tuyas...

Un abrazo...

D.

5:27 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

no se como llegue a estas palabras, diria usted quien soy? pues no soy nadie en este momento, las imensas realidades me permiten ser un silbido torpe que recorre palabras ajenas en busca de reflejos insensatos.
no tenemos nada en comun, tal vez eso es lo que nos ata al silencio, no nos conocemos; pertenecemos a extremos distintos usted florece al ocaso y yo busco huir al amanecer.
N.
Strangesttribe.blogspot.com

2:05 p. m.  

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