jueves, agosto 16, 2007

Memories in blue

Hace dieciocho años -se esfuma la vida, la vida se esfuma en un soplo de gorrión- cuando aún vivía en la ciudad de los parques con mi familia, escribí el poema Enigmas de una guitarra para mi hijo David. Hoy cumple treinta y cinco años. Hoy quise releer el poema que posteriormente incluí en mi libro Palabras de agua en el espejo, y que dice:


Enigmas de una guitarra


Niño eras ayer

Un hombre eres ahora

un hombre de arcilla y silencio

Asombro de olivos ante el plástico canto
de cerezos y olvidos
de orquídeas y llantos

Confiado sonríes
en lúdico encuentro
con los seres que danzan

en el misterio del tiempo

La vida te hiere con rayos profundos
de insólito azul
naranja

El sol te mira
está vestido
de blanco.



Un hombre eres ahora

un hombre con magia en los dedos

magia que arranca secretos a la guitarra

magia que convierte los sonidos en violetas


violetas de púrpura y azul


en planos superpuestos de acordes infinitos
de ilícitos encuentros

de rojos y amarillos

Sendero en espiral
melodía en crecimiento...



Niño eras ayer

un hombre eres ahora

hombre en lontananza


enigma de vino y tristeza

¡Mira las sombras!
esconden sonrisas floridas de azules llantos
llenos de pétalos
amores
y quebrantos

Aleluya aleluya
el Sol
sigue vestido de blanco.



Hombre-niño


eres

un canto al presente

haciéndolo florecer cada instante
sencillamente

el aroma unge tu piel
simplemente...



Al leerlo nuevamente, después de como ocho años, surge esta pregunta -más bien papardea en mi mente como si estuviera escrita en en luces de neón-: ¿Qué fuerza oscura alejó a David de la música que tanto amaba, y que, creo, aún ama? Pasaba horas escuchando música. Pasaba horas tocando la guitarra. ¡Me fascinaba escucharte cantar! Cantas muy bien, ¿sabes?. Ojalá, volvieras a sumergirte en el mundo musical, que es un mundo de levedad espiritual que hace que valga la pena vivir aunque llueva dolor del cielo...


Veo a David escuchando música

veo a David tocando la guitarra

Veo a David cantando olvidado de sí mismo...


Y vuelve el aviso de neón:

¿Qué fuerza oscura alejó a David de la música que tanto amaba, y que, creo, aún ama?

Un velo de tristeza de un instante me envuelve como un sudario blanco... Afuera un pájaro canta y yo sonrió mientras repito:

Aleluya aleluya

el Sol

sigue vestido de blanco.

Y digo:Ojalá David vuelva a la música; es un don que Dios le dió y ha quedado a medio florecer... David vuelve a cantar -plegaria silenciosa- Tu guitarra te espera -grito extendido-. Y mientras espero tu canto, el dolor y la risa bañan mi alma preparándola para el viaje final sin ninguna prisa...