viernes, julio 14, 2006

El poder transformador de la escritura



La escritura requiere de la soledad… ¿Cómo pronunciarme al mundo desde el barullo del mundo cotidiano? Hacerlo es producir sólo un eco de voces polucionadas. Palabras repetidas como se repita la muerte desde los cuatro puntos cardinales.

La escritura requiere del silencio para engendrar la palabra cristalina. Acaso por eso me identifico con la concepción que Kafka tenía del arte: “Escribir como si fuera una oración”. ¿Y qué es orar? No es tal vez elevar el espíritu a Dios, y si de verdad elevamos el espíritu al Infinito no somos acaso transformados… Me pregunto si la escritura que se practica desde del silencio no es también una forma de oración, pues como la oración también transforma… Cuando escribo me sucede lo que a continuación digo:




Transformaciones




Ligera como el agua

mi alma se hace parte del río

y fluye por la vida

como los mares de gente
que nacen y mueren cada día

¡Cuántos fantasmas caminan
entre oriente y occidente!



Pesado como centenario roble

mi cuerpo permanece inmóvil
entre los aromas de hierba

raíces parecen salirle y quedo asida a la tierra

Soy un monolito de piedra
con un corazón que aún late
lejos del bullicio de muerte
y las huellas de sangre en la arena



Invisible como el espíritu

danzo entre los sauces llorones
oigo a los hombres que sufren
bramo como gigante furioso
y quiebro los vidrios del miedo
sobre la tarde bronceada teñida de dolores de parto.


De la brisa al huracán

hay un brinco pequeño

que todos podemos dar con la fuerza del Silencio

mas no dejaremos de oír

los lamentos de los hombres
que denuncian el abuso del poder
en los remolinos del tiempo




Confundida con el agua
con la risa
con el viento

oigo a los hombres que sufren

soy una parte de ellos

Confundida con la hierba
con el llanto
con las nubes

oigo las voces del Cosmos

y me sonrío con ellas...